La gran expansión de la marihuana por el territorio español podríamos datarla sobre el año 2.015. Y cuando hablamos de expansión, de lo que estamos hablando no es de un aumento del consumo, ¡sino de la producción!
Este es el cambio de paradigma: hemos pasado de ser un país comercializador-vendedor de marihuana a uno cultivador-productor.
Por la situación geoestratégica de la península, siempre hemos sido una puerta de entrada de todo tipo sustancias estupefacientes a Europa. La costa gallega por su ubicación y orografía ha sido una de las puertas de entrada de la cocaína procedente de Colombia o Perú. La marihuana y el hachís procedente de marruecos entraba por la costa andaluza. Las mafias establecidas, desde Dios sabe cuándo, han ido sustituyendo un producto por otro en función de la demanda, y adaptando su forma de contrabando hasta nuestros días. Aquí hay mucho dinero a ganar, y no se escatiman gastos ni inversiones: barcos, avionetas, … ¡y hasta submarinos!
Durante el año 2020, un año que debido a la pandemia global se han desplomado las cifras históricas de delincuencia, el tráfico de marihuana ha sido el único delito que ha seguido aumentando exponencialmente. Las incautaciones por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado se cuentan a diario.
[ads1]Pero para dimensionar el problema en su justa medida, veamos unos datos sobre su consumo y percepción social. Los datos nos ayudarán a entender mejor de qué estamos hablando en su uso dentro de la población española y europea.
Algunos datos sobre su percepción social y consumo:
En España, según el CIS, el 84% de los ciudadanos está a favor de la legalización de la marihuana con fines terapéuticos. El 47% defiende su legalización en todos los casos, lúdico incluido.
En Europa:
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- Más de 90 millones de europeos han consumido cannabis a lo largo de su vida.
- Casi 25 millones en el último año.
- El 1% de las personas adultas europeas son consumidores habituales.
En España:
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- Casi el 20 % de españoles entre 18-34 años consumió cannabis durante el último año.
- 3,5 millones de españoles lo hicieron en el último mes.
- 000 españoles la consumen a diario.
- El 35% de entre 15 y 64 años dice haberlo consumido alguna vez en su vida.
- 120.000 personas en nuestro país usan el cannabis con fines terapéuticos. En el 2010, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios autorizó la comercialización de un medicamento derivado del cannabis llamado Sativex, que es un medicamento indicado para las personas afectadas de esclerosis múltiple.
Los efectos nocivos de un mercado desregulado.
El problema original de la actual “guerra de la marihuana” es la falta de regulación en nuestro país. Ahora mismo, la marihuana es ilegal en España en todos sus aspectos, excepto para el autoconsumo. No regular una actividad económica es un no-reconocimiento a su existencia. Es mirar hacia otro lado y como consecuencia, dar entrada al crimen organizado que ocupará el espacio al que la administración no da cabida. Con el agravante de que, en la actualidad, España es el productor para muchos países de la UE. Tenemos ante nosotros un problema que, de seguir por el camino del no-reconocimiento y con ello, de la falta regulación, podría desembocar (ya está desembocando), en un crecimiento de las mafias y del crimen organizado. No es ninguna broma. Hay que ver que pasa en los otros países productores de drogas. Repasar la lista de estos países es ir a dar con los lugares más violentos, desiguales e injustos del mundo. La producción no legalizada de droga conlleva unas consecuencias sociales, políticas y económicas desastrosas. Lo que inicialmente fueron pequeñas plantaciones de marihuana para consumo personal y pequeño tráfico, deriva, fatalmente, en un sinfín de explotaciones ilegales con los riesgos de toda índole que el mercado negro genera en todos los ámbitos:
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- Salud pública. La producción en nuestro país ha dado una nueva vuelta de tuerca a la clásica producción tradicional. Las semillas hibridas con concentraciones altísimas de THC son un claro ejemplo de sus altos riesgos para la salud. Con una tecnología barata y al alcance de muchos, no hay limites en las concentraciones de THC ni de los procesos de elaboración. Una carencia de control en el producto podría derivar en consecuencias graves para la salud pública.
- Económico. La falta de regulación deja a todo el proceso de producción y distribución en manos del mercado negro, sin contribución fiscal y sin empleos regulados. Por no entrar en el blanqueo de capitales que se deriva de la actividad, etc. Tan sólo el gasto público destinado al control de drogas en España fue en el 2016 de más de 300 millones de Euros.
- Social: España es el país de la UE con más infracciones a su legislación sobre drogas, en concreto 8 de cada 10 infracciones, y el 58 % de las detenciones por trafico de droga fueron por tráfico de cannabis en el 2017. No podemos tratar a 3,5 millones de españoles que reconocen haber consumido cannabis en el último mes, como delincuentes. Las leyes también deben regular hábitos sociales, y dotarlos de seguridad jurídica.
- Institucional: El volumen de producción es tan importante y las mafias tan asentadas, que existe un riesgo real de corrupción en todas las capas e instituciones gubernamentales. Hay mucho dinero para comprar voluntades.
- Seguridad ciudadana: Las mafias, los robos entre bandas, los narcoasaltos. En los últimos meses los episodios violentos vinculados a los llamados “vuelcos”, que son ni más ni menos asaltos de unas bandas a otras dada la imposibilidad de denunciarse al tratarse de cultivos ilegales, se han disparado. Los llamados “jardineros” o cuidadores del cultivo de las plantas, inmigrantes ilegales o sin papales en su mayoría, arriesgan sus vidas para defender los intereses de la mafia de turno. Estos crímenes se incrementan de manera alarmante en numerosas zonas del territorio nacional. Por no hablar del robo de energía eléctrica imprescindible para el cultivo de la planta que según tenemos conocimiento, es de un enorme impacto en la red eléctrica nacional, saturaciones en la red, cortes en suministros, etc.
Los beneficios de la regulación.
En una sociedad desarrollada, cualquier actividad económica debe ser regulada, fiscalizada y controlada en su distribución. En este último capítulo, es donde la red de expendedurías debería tener un papel capital en el uso recreativo o lúdico de los derivados del cannabis. Los beneficios de dotar de una normativización a estos derivados se nos antojan imprescindibles. A saber:
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- Económicos. Investigaciones recientes estiman que la regulación del cannabis generaría en España:
- 100.000 empleos regulados.
- 3.000 millones de Euros en impuestos y cotizaciones.
- Un mercado de cerca de 8.500 millones de Euros.
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- Sociales
- Del ámbito penal al administrativo. No se puede criminalizar a 3.5 millones de españoles que reconocen haber consumido cannabis en el último mes.
- El uso del cannabis terapéutico, de venta en farmacias, o lúdico en estancos – no podemos perder este tren- tendrá un acceso sostenido, información clara y específica sobre el producto que vamos a consumir.
- Los usuarios no tendrían que acudir al mercado ilegal.
- Separación de mercados, al no tener que compartir el mercado con otras sustancias potencialmente más peligrosas.
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- Salud pública.
- Protección de las personas menores de edad, restringiendo su acceso al cannabis.
- Control sobre la calidad, características y efectos.
- Mejora de la salud para todos aquellos pacientes con enfermedades susceptibles de ser tratados con cannabis.
[ads2]El estanco como solución al problema.
Después de tener constancia de las ingentes inversiones en plantaciones de marihuana en todo el mundo, es fácil de adivinar que es un producto de futuro que va a tener un gran recorrido en los próximos años. Solo hay que ver quién está detrás de estas inversiones: fondos de inversión, grandes corporaciones y algunas tabaqueras. Es un pastel de dimensiones extraordinarias que no podemos dejar escapar. Y el estanco debe ser el canal de venta al gran público. Los motivos son evidentes:
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- Capilaridad de la red. Más de 12.000 puntos de venta garantizan el abastecimiento del producto a cualquier punto del territorio.
- Red profesional. Los estancos ya sabemos que no hay que vender a menores, que controlamos la calidad del producto que comercializamos, que disponemos de cientos de referencias y que todo eso lo hacemos bien. Esto creo, a estas alturas de la película, nadie lo puede poner en duda. Somos una garantía.
- Concesión administrativa del estado. Dependemos del estado y por tanto somos un blanco fácil si se cometen abusos o mala praxis en nuestras actuaciones. El estado, a través del organismo correspondiente, puede expedientar, sancionar o hasta revocar la concesión si nuestra actuación no se ajusta a lo dispuesto en la esperada futura regulación.
- Control de producto. Etiquetado, asesoramiento, calidad de producto esperada, etc.
- Garantía recaudatoria. Un estanco ya es en la actualidad una oficina recaudatoria de impuestos. Todas las labores del tabaco, al igual que la gasolina, tienen una carga fiscal enorme que gravan el producto.
Es por todo lo anteriormente expuesto que entendemos que la marihuana y sus derivados necesitan una regulación urgente en nuestro país, y que el estanco es, sin ningún género de dudas, el lugar indicado para su venta en nuestro país. ¡No nos lo podemos perder!