Decretazo laboral: el control horario llega sin consenso
El Gobierno impone el registro horario digital por decreto: fichaje obligatorio, sin consenso y con sanciones de hasta 10.000 € por empleado.
La reforma laboral se tomó una pausa, sí. Pero el control no. Aunque la reducción de jornada a 37,5 horas semanales sigue bloqueada por falta de apoyos parlamentarios, el Gobierno ha decidido avanzar por su cuenta. ¿Cómo? Mediante decreto. Sin pactos, sin concesiones y sin esperar al Congreso.
El Ministerio de Trabajo ya tiene lista la norma que obligará a todas las empresas —también las más pequeñas— a implantar un registro horario digital obligatorio, con acceso remoto para la Inspección de Trabajo. Otro ejemplo más de una tendencia cada vez más usada: si no hay consenso, se impone por decreto.
Fichaje digital para todos, sin excusas
El nuevo sistema exigirá un control horario digital, accesible y trazable, que refleje con precisión las horas de entrada, salida, pausas y jornada efectiva. No bastará con firmar al principio y al final del día. Todo deberá quedar registrado electrónicamente y con garantías de integridad.
La novedad no está solo en el qué, sino en el cómo: aunque esta medida formaba parte de la reforma laboral, el Gobierno ha optado por separarla y aprobarla de forma unilateral, sin esperar el respaldo del Parlamento.
¿Cuándo entra en vigor?
El calendario es claro:
-
El decreto se publicará previsiblemente antes de finalizar 2025.
-
A partir de su publicación, las empresas tendrán seis meses para adaptarse.
-
Es decir, en la práctica, el sistema será obligatorio a mediados de 2026.
Sanciones por cada trabajador
La parte más dura: el incumplimiento podrá sancionarse con hasta 10.000 € por cada trabajador afectado. Además, el registro deberá conservarse durante cuatro años y reflejar con precisión la hora de entrada, salida, pausas y jornada efectiva.
No vale con firmar al principio y al final del día: la trazabilidad será clave.
Como cualquier otro negocio con empleados, los estancos también deberán implantar este control digital. Incluso si el trabajador es un familiar o el estanco apenas tiene uno o dos empleados. Si hay relación laboral, hay registro.
Conclusión: sin diálogo, sin opciones
Lo preocupante no es tanto el contenido —que puede tener lógica en sectores más grandes— como el método. De nuevo, se legisla por imposición, sin tener en cuenta la realidad de los pequeños negocios. Y sin ofrecer ayudas reales para cumplir con nuevas exigencias tecnológicas.
El tiempo corre. Y esta vez, el reloj no se para.