El límite de nicotina como prohibición encubierta
Chequia permite 12 mg, Finlandia 16 mg, Islandia 20 mg. España solo 0,99 mg por bolsita. Un límite irreal que expulsa el mercado legal.
Seguimos desgranando la consulta pública. Hoy toca hablar del famoso límite de nicotina que pretende fijar el anteproyecto. Sobre el papel parece técnico. En la práctica, es una prohibición camuflada.
Un listón imposible
La propuesta española coloca el listón en 0,99 mg de nicotina por bolsita. ¿Qué significa esto en la vida real? Que el producto deja de tener sentido.
Con esa cantidad, el consumidor adulto no obtiene el efecto que busca y la experiencia se vuelve inútil.
Lo que debería ser una alternativa eficaz se convierte en un placebo caro. Y cuando un producto no funciona, pasa lo inevitable: el consumidor vuelve al cigarrillo o busca opciones fuera del canal legal.
Europa juega en otra liga
Los datos comparativos hablan solos:
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Islandia: permite hasta 20 mg de nicotina por gramo en cada bolsita.
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Chequia: regula con un máximo de 12 mg por bolsita, con requisitos de envasado y etiquetado claros.
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Finlandia: su propuesta establece un tope de 16,6 mg por gramo, vinculado a criterios toxicológicos.
¿Y en España? 0,99 mg. Una cifra irrisoria que expulsa del mercado cualquier catálogo existente. En la práctica, supone vaciar el canal legal de productos que ya funcionan en otros países.
Y no hablamos de abrir la puerta a excesos. Hablamos de permitir rangos probados en Europa, compatibles con salud pública, control y fiscalidad.
El ejemplo sueco
Suecia es la prueba viviente. Con productos como el snus y las bolsitas de nicotina, el país ha reducido el tabaquismo a alrededor de un 5 % de la población adulta.
¿El secreto? Ofrecer alternativas eficaces, con diferentes niveles de nicotina, que mantengan al fumador en el canal regulado y reduzcan el riesgo.
Si este método funciona y ha convertido a Suecia en el país con menos fumadores de Europa, ¿por qué no darle una oportunidad aquí?
Regular no es prohibir
Regular es poner reglas claras, con avisos, etiquetado, trazabilidad, control de edad y sanciones. Prohibir encubiertamente es fijar límites irrisorios que hacen inviable el producto.
La consulta pública está abierta para recordar esta diferencia.
Si el producto no está en el canal legal, el mercado negro se frota las manos. Y el fumador que quería reducir el daño se queda sin opción viable.
El resultado es exactamente el contrario al que se dice perseguir: menos control, menos salud, menos impuestos.
Conclusión
Un límite razonable de nicotina ayuda a los fumadores adultos a encontrar una alternativa eficaz. Un límite imposible, como el 0,99 mg español, solo sirve para empujar de nuevo al tabaco o al mercado ilegal. Y en eso, ya estamos sobrados.
Tienes toda la info para decírselo al Ministerio aquí.