Esta Semana Santa ha sido el punto de partida para la reactivación económica del tercer sector. Tras dos años de restricciones a la movilidad geográfica, el turismo ha vuelto con más ímpetu que nunca. Una gran y esperada noticia.
La actividad turística ha sido una de las grandes afectadas por la pandemia covid-19. Antes de su inicio, el turismo representaba el 12,4% del producto interior bruto (PIB) de España. En 2020, un año marcado por el confinamiento y el parón mercantil, descendió hasta poco más de un tercio de su actividad habitual. Una brusca caída que, por ende, afectó sobremanera a las ventas de tabaco. Al menos a las legales.
Sin turistas y sin bares –o con su capacidad y horario limitados-, y con las fronteras cerradas, muchos estancos pagaron caro el pato: los estancos de costa, los cercanos a estaciones de esquí y resorts invernales, los del centro de grandes urbes, los fronterizos… En definitiva, aquellos situados en lugares con más actividad turística y comercial.
Las cifras hablan por sí solas. Las ventas de cigarrillos en España descendieron un –8,45% en 2020, y otro -6,44% en 2021, respecto al año predecesor. ¡Ya es hora de remontar!
De momento hemos empezado con buen pie. Veremos cómo será el impacto final de ese recuperado turismo, nacional e internacional, que ya se ha notado en nuestras cajas registradoras por Semana Santa. Pero aún habrá que esperar unos meses para ver si logramos volver a las cifras de 2019, o acercarnos a ellas.
El colectivo es heterogéneo, lo sabemos, y la llegada del turismo no nos afecta a todos por igual. Pero recuperar si no todo, buena parte de esas ventas, será un maná venido del cielo. Y para muchos, la salvación.