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Educar, no prohibir: el camino real hacia un consumo responsable

Mientras al estanco se le acumulan normativas y prohibiciones, sigue faltando una apuesta real por la educación como parte esencial de la solución.

En un momento en que el estanco soporta una creciente presión normativa, sigue sin verse una apuesta real por la educación y la conciencia como herramienta clave. Que se invierta, que se priorice y que el foco se ponga, de una vez por todas, en formar antes que prohibir.

Normativas al alza, soluciones en duda

En los últimos tiempos, el canal estanco ha estado en el centro del debate regulador, con una oleada de propuestas, borradores y anuncios que apuntan a más limitaciones: prohibiciones de sabores, limitaciones en el diseño de envases, limitaciones al aire libre, recortes en la publicidad y visibilidad, presión fiscal creciente o nuevas exigencias para los productos emergentes…

Aunque muchas de estas medidas aún no se han materializado, el clima regulatorio es cada vez más asfixiante.

Y siempre bajo el mismo argumento: “hay que proteger a los menores”.

Pero la realidad demuestra que prohibir no siempre educa. El consumo inapropiado persiste y el acceso a determinados productos se sigue produciendo por canales no regulados, sin ningún tipo de control.

Un canal que ya lo hace bien

Pocos sectores pueden decir lo mismo. El estanco es, hoy por hoy, uno de los canales más controlados, seguros y responsables del mercado:

  • Venta presencial

  • Verificación de edad

  • Productos legales y trazabilidad de inicio a fin

  • Márgenes regulados

  • Responsabilidad profesional

  • Sanciones severas ante cualquier incumplimiento

El estanco no es parte del problema. Es parte de la solución.

Lo que realmente protege: educar para decidir

Lo que los jóvenes necesitan no es que se les oculten los productos, ni más etiquetas genéricas ni envases disuasorios. Necesitan formación, criterio y acompañamiento.

Saber qué consumen, por qué, y qué consecuencias puede tener. Saber elegir.

No hablamos solo del tabaco. Existen otros productos de uso cotidiano —algunos tan presentes como el alcohol o las bebidas energéticas— que comparten esta misma realidad: no son ilegales, pero su consumo requiere conciencia, moderación y educación.

Y precisamente por eso, la solución para todos debe pasar por lo mismo: formar, acompañar y ayudar a elegir con criterio, para que cuando llegue el momento, puedan tomar decisiones responsables como adultos libres.

Eso no se resuelve con campañas simbólicas. Se resuelve con pedagogía, coherencia institucional y políticas compartidas entre familia, escuela, administraciones y los propios profesionales del canal.

Coherencia y respeto

El estanco es uno de los pocos canales que combina control, trazabilidad y responsabilidad. Y, sin embargo, es también uno de los que más presión normativa acumula.

Muchos estanqueros sienten que, pese a cumplir con todas las exigencias, el foco regulador sigue apuntando siempre en la misma dirección.

Mientras tanto, el debate sobre el consumo responsable sigue sin abordar su raíz: la falta de educación real, de criterio social compartido y de coherencia entre todos los actores.

Desde Infoestancos, lo único que pretendemos es poner en valor el papel del estanquero como profesional que cumple, informa, protege al menor y actúa dentro del marco legal.

Y recordar que, si hablamos de salud pública, el camino no pasa por señalar siempre al mismo canal, sino por construir soluciones colectivas que impliquen a todos.

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