[box type=»shadow» align=»alignleft» class=»» width=»»]Los estancos somos comercios modernos, adecuados a los tiempos que corren, con tecnología avanzada de trazabilidad y productos novedosos en constante renovación. Nos hemos actualizado en todos los aspectos posibles, como negocio y como personas, nosotros y todos nuestros empleados.[/box]
El cambio que ha realizado el sector desde 2012 es de lo más espectacular y, como suele ocurrir con los que estaban en la cola, cuando llega la transformación, pasan a ocupar el primer lugar. Es la recompensa a los enormes esfuerzos realizados, y ahí os lanzamos un gran ¡viva!
[ads1]Lógicamente, hay quién aún nos percibe como un modelo del pasado, algo propio de una «época oscura y pasada» —como se ha podido leer últimamente por ahí—, y tendremos que luchar duro para cambiar esa imagen. Pero lo cierto es que los estancos no somos, ni de lejos, nada del pasado. Seguimos prestando con garantías un servicio público de calidad. Tampoco somos oscuros: hace ya muchos años (casi dos décadas) que cualquier persona puede acceder a una licencia de expendeduría de tabaco y timbre. Y el sistema de monopolio ha demostrado ser la máxima garantía para los consumidores.
El destino del vapeo debe pasar por el estanco
Si el actual anteproyecto para la nueva Ley del Tabaco prospera, van a desaparecer del mercado muchas empresas e intermediarios que, por el vacío legal existente, hasta ahora operaban a sus anchas y sin control.
Se dio una situación similar en el pasado, con los primeros cigarrillos electrónicos. Surgieron como setas establecimientos que los vendían, mientras que en los estancos estaba vetado. Cuando el Comisionado abrió los ojos y autorizó su venta, las susodichas empresas desaparecieron de la misma forma que habían llegado, en un tris tras.
El contexto actual es parecido. La nicotina, el vapeo, los dispositivos para calentar tabaco… La tecnología está presente en los estancos y en los productos para fumar o relacionados, y los estancos hemos hecho los deberes, estamos al día. Ahora le toca a la Ley actualizarse para dejar en manos de los estancos la protección de consumidores y usuarios. Eso va a tener un coste, está claro, ¡pero ellos van primero!