En la actualidad, los estancos pueden cambiar de lugar dentro de su mismo municipio sin más restricciones que las del cumplimiento de las distancias mínimas y máximas y los requisitos de superficie del local. El emplazamiento se puede cambiar en el mismo momento en que se adquiere la credencial o en cualquier momento posterior sin limitaciones. Esto ha llevado a muchos estanqueros, especialmente a los nuevos, a repensar su negocio. Mucha de la gente que entra nueva en este sector lo primero que hace es mudar el estanco a la calle principal de su zona. Se busca descaradamente la venta de mostrador, incrementar el número de tiques y generar ventas cruzadas con productos de más margen.
El cambio de emplazamiento es en realidad, un cambio en el modelo de negocio. En las ciudades se está pasando de un modelo tradicional en que las tiendas podían sobrevivir en las calles accesorias y un estanco con pocos gastos y un poco de segundo canal, podía vivir tranquilo, a un modelo más agresivo desde el punto de vista comercial. Un estanco que no preferencia pagar poco alquiler si no tener mucho paso de gente. Un estanco que no cierra a mediodía y que tiene dependencia. Un estanco que saca su beneficio de la venta de otros productos con margen más que del tabaco que pasa a ser sólo un gancho para atraer al público.
La modificación legislativa que permitió la venta libre de productos no autorizados previa declaración responsable, ha sido clave para animar a algunos expendedores a cambiar el modelo de negocio y probar de montar su tienda de conveniencia, aquello que ahora llaman comercio minorista de proximidad. No es trabajo fácil. Los otros productos se trabajan en régimen de competencia, y los estanqueros, evidentemente, estamos habituados al monopolio minorista. Hay que seguir otras reglas. Hay que saber comprar, saber exponer y saber vender.
Los estancos que se sitúan en el centro de las ciudades, por ejemplo, compiten con una oferta comercial basada en franquicias que tienen científicamente estudiados los comportamientos del público y los hábitos de compra. Todo el producto está a la vista, no hay vitrinas, y claro, hay un arco de seguridad!!!. Todo el producto está expuesto de manera consciente en un lugar preciso del recorrido de compra diseñado por cada tienda, a una determinada altura, colocación e iluminación. Incluso el sonido, la música y el olor, están pensadas.
Con todo esto los estancos nos hemos quedado muy atrás. Somos, como mucho, tenderos clásicos. Nos queda mucho camino por recorrer, pero diversificar antes de que la progresiva e inevitable (pero esperamos que muy lenta) bajada de las ventas de tabaco nos lleve a aquel punto donde ya no es rentable que más del 95 % de la caja sea de expedición de tabaco.
Recordemos las limitaciones legales en los cambios de emplazamiento:
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- Sólo se pueden reubicar dentro de su municipio.
- Sólo se pueden desplazar 1.500 metros a contar desde el lugar actual y hasta la nueva ubicación.
- No pueden acercarse a las otras expendedurías menos de 150 metros, y a las escuelas menos 100.
Todas las distancias deben medirse en recorrido peatonal de acuerdo con lo establecido en el articulo 2.2. del último concurso y deben ir certificadas por técnico colegiado. Distancia peatonal es el trayecto más corto andando, y respetando las señales de circulación. De eje a eje de la puerta. Andando a un metro de la pared. Cuando las distancias certificadas por el técnico colegiado, el arquitecto o el aparejador, son muy “justas”, el Comisionado para el Mercado de Tabacos puede enviar un funcionario con su rueda a medirlas.
Hace años se tenían en cuenta otros factores; la rentabilidad de los estancos ya ubicados en la zona o si el estanco que se movía dejaba su área comercial desabastecida. Actualmente, la tramitación se hace desde un punto de vista puramente matemático, si se cumple con el requisito en lo referente a las distancias, nuestra reubicación se aprueba; y si no es así, se deniega. Así de sencillo. No se tienen en cuenta criterios de valoración más subjetivos cómo si la zona ya está llena de estancos, o el qué ganan los que ya están o si la zona que se abandona queda sin abasto de tabaco y timbre. Lo único que se tiene en cuenta son las distancias y que se tenga la superficie mínima establecida en el último concurso.