La ley que sustituirá a la que nos ha estado regulando desde 1998 va a entrar en fase de proyecto. Eso quiere decir que pronto empezará el debate en las Cortes para convertirla en Ley.
Como ha venido repitiendo el gobierno, la intención básica de la ley es asimilar al tabaco los cigarrillos electrónicos y los productos innovadores que en los últimos años han suplido o sustituido el consumo del tabaco. Eso quiere decir sujetarlos a monopolio.
Esto supone que los estancos pasen a tener la exclusividad en la venta de estos productos. Aunque se establece un periodo de cinco años en que las tiendas especializadas de cigarrillos electrónicos podrían seguir vendiéndolos. No parece que esa disposición transitoria pueda tener demasiado recorrido. ¿Por qué? Porque la sujeción del producto a monopolio supone, en el actual redactado del proyecto, que su margen pase a ser del 8,5% y su precio regulado vía BOE.
La gran pregunta que se hace el estanquero es si tener la exclusiva va a compensarle económicamente el hecho de que va a venderlos con un margen muy inferior al actual. ¿Cuántos cigarrillos electrónicos más deberá vender para conseguir el mismo beneficio? Actualmente debería vender unos 8 por cada uno de los que vende ahora para hacer tablas. Si se consigue parar la venta por internet, quizás podrían alcanzarse estas cifras pero claro, es mucho más trabajo.
Por otro lado es muy posible que desaparezcan muchos de los proveedores actuales incapaces de cumplir las normas y requisitos del monopolio. Como advierte la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia en su informe que es preceptivo pero no vinculante, la opción de ampliar el monopolio a los vapeadores y otras formas de fumar es problemática.
Por un lado, supone conseguir una serie de objetivos esenciales de salud pública que son difícilmente discutibles. Pasarán a funcionar como el tabaco. Control sanitario, control de su acceso en el sentido de controlar la venta a menores y de restringir los puntos de venta (a los estancos), prohibición de su uso en casi todas partes, sujeción a un impuesto especial que se llevará la mayor tajada del precio…
Pero por otro lado comportará que el precio deje de ser libre y se fije vía BOE, que las empresas fabricantes e importadoras deban adecuarse al sistema administrativo de funcionamiento para publicación de precio y permisos, que estén obligadas a distribuir a través de distribuidores autorizados por el Comisionado (Logista, Comet.. etc) y que se regulen los márgenes legalmente.
Todo esto supone que muchos pequeños y medianos operadores van a desparecer del mercado por no poder afrontar las nuevas obligaciones administrativas o porque ya no sean competitivas por precio o margen.
Un nuevo monopolio de la nicotina es bueno políticamente porque no sólo consolida el sistema de monopolio si no que lo amplia a más productos. Esto sumado a las nuevas licencias por 30 años creadas por la subasta, cierra el debate sobre la abolición del monopolio.
Pero evidentemente, como siempre, esa exclusiva va a ser a cambio de unos márgenes muy reducidos. Este es el sistema. Muchos pensarán que sería mejor venderlos en libre mercado, que sus cajas se resentirán. Otros preferirían la venta exclusiva. Pero no se pueden tener ambas cosas. O lo uno o lo otro. Las asociaciones de expendedores están mayoritariamente a favor de la asimilación de estos productos al tabaco pero sería interesante saber la opinión de los estanqueros…
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