Las relaciones comerciales entre clientes y proveedores basadas en recibir y pagar mensualmente por ciertos servicios no son nada nuevo para los estancos, que llevan años pagando sus cuotas de luz, gas o teléfono, y que asumen como normal tener que disponer de estos bienes abonando, periódicamente, las correspondientes cuotas, ya sean fijas o según los consumos realizados.
Con el avance tecnológico y la democratización de internet, algunas empresas están optando por aprovechar la conectividad que acompaña a sus clientes y negocios, viendo en ella una buena oportunidad para replantear la relación económica y comercial que desean mantener con sus clientes.
En el contexto empresarial, el razonamiento de algunas empresas es simple: ¿porqué deberían vender sus productos y tratar de que los clientes puedan utilizarlos por ellos mismos, arriesgándose a que compren y desaparezcan, si pueden convertirlos en servicios y generar dependencias hacia sus empresas? Es más, ¿por qué deberían conformarse en ser un mero proveedor pudiendo ser una pieza obligatoria para que los negocios de sus clientes funcionen?
En este contexto empresarial, y a lo sumo, algunas empresas no se conforman únicamente en comercializar sus productos en régimen de cuotas obligatorias permanentes, sino que también obligan a sus usuarios a utilizar exclusivamente sus productos y a cederles la explotación de toda la información que generen con éstos, cuando no se designan directamente como propietarios de la misma.
Éstas empresas, mediante sus productos y cuotas, acaban generando de forma más o menos consciente por parte de sus usuarios, fuertes dependencias económicas y personales de sus clientes hacia ellas, al disponer del control absoluto de la información que generan el uso de sus productos, sea cual sea su naturaleza.
Llegados a este punto, es de agradecer que algunas empresas como LK BITRONIC sigan comercializando sus productos sin querer ser imprescindibles para sus clientes, negándose a generarles dependencias y situándose cerca, pero nunca en medio, en el uso diario de los mismos, evitando generar dependencias hacia ellos por parte de los usuarios de sus productos.
La próxima vez que le planteen a su negocio un sistema de cuotas obligatorias, párese y reflexione. En demasiadas ocasiones se cumple el dicho de que «lo barato sale caro». No escatime en valorar las implicaciones y alternativas que tiene a su alcance: su bolsillo y, sobre todo su negocio, se lo agradecerán.