Las terrazas españolas ya cumplen requisitos estrictos. ¿Realmente es necesario ir más allá? Analizamos a fondo el equilibrio actual.
El cerco al tabaco se estrecha. Fumar en las terrazas podría tener los días contados en España si se aprueba la nueva normativa en las Cortes Generales al finalizar el proceso de consulta pública. Esta medida busca ampliar los espacios libres de humo, un tema que ya divide opiniones entre fumadores, hosteleros y defensores de la salud pública.
¿Qué cambia con la nueva ley?
Hasta ahora, fumar en las terrazas está permitido siempre que cumplan ciertos requisitos:
- Totalmente abiertas.
- Con mamparas de menos de un metro de altura.
- Con techo y máximo dos paredes cerradas, permitiendo la circulación de aire.
Pero esto podría quedar atrás. El nuevo borrador pretende prohibirlo sin excepciones, alineándose con las recomendaciones europeas hacia una generación libre de humo en 2040.
¿Por qué esta medida?
Según Noa Rey, secretaria del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), prohibir fumar en terrazas no solo protege a los no fumadores. También impulsa a los fumadores a reflexionar y, quizás, abandonar el hábito. Además, ayuda a desnormalizar el consumo de tabaco, especialmente entre los jóvenes.
Lo que parece no tener en cuenta la Sra. Rey es que los estudios no avalan su teoría. Ya se ha demostrado que los riesgos asociados al humo del tabaco están principalmente relacionados con espacios cerrados y mal ventilados. En terrazas, donde el aire circula libremente, los niveles de exposición al humo disminuyen de manera drástica, casi hasta ser irrelevantes para los no fumadores. Lo que pone en duda la efectividad real de una prohibición que podría generar más molestias que beneficios.
Hostelería en pie de guerra
Evidentemente, no todos están de acuerdo. Los bares y restaurantes temen que esta medida reduzca el número de clientes, especialmente entre fumadores que buscan espacios al aire libre para disfrutar de una comida o una copa sin restricciones. Además, muchas terrazas ya cuentan con espacios delimitados para fumadores y no fumadores, un equilibrio que satisface a ambas partes sin necesidad de restricciones más severas.
Además, advierten sobre posibles problemas colaterales: consumo en espacios no permitidos, suciedad en las calles y molestias al vecindario.
¿Y qué pasa en otros países?
Suecia destaca como el único país en Europa que prohíbe fumar en terrazas, pero también es el único con menos del 5% de población fumadora, lo que hace que la medida afecte solo a una minoría. Por su parte, países como Lituania y Letonia han aplicado restricciones parciales, similares a las existentes en España. En contraste, Milán ha ido más lejos al prohibir fumar en la mayoría de los espacios públicos, con el objetivo de reducir las partículas en suspensión y mejorar la calidad del aire.
Pero hay que tener en cuenta que en España, el clima es un factor clave en el estilo de vida. Con más de 2.500 horas de sol al año, las terrazas son un punto de encuentro natural para disfrutar al aire libre. No es lo mismo imponer esta restricción en un país como Suecia, donde el frío limita las actividades exteriores, que en España, donde las terrazas son una parte esencial de nuestra cultura. Prohibir fumar en estos espacios podría cambiar drásticamente las dinámicas sociales y económicas de la hostelería.
Un debate que pide equilibrio
Actualmente España se posiciona, tras Suecia y junto a Letonia y Lituania, como uno de los países más restrictivos en Europa respecto a la prohibición de fumar en terrazas. Las terrazas españolas ya deben cumplir una serie de requisitos que la mayoría de países europeos ni contemplan. Nuestro país ha encontrado un equilibrio razonable entre proteger la salud pública y respetar las libertades individuales. Apostar por campañas de concienciación sobre los riesgos del tabaco en lugar de medidas prohibicionistas podría ser una solución más efectiva y menos polarizante.
En nuestro país, las terrazas son un símbolo de cultura y estilo de vida, y una prohibición de este tipo no solo afectaría a los fumadores, sino también al tejido social y económico que gira en torno a la hostelería. ¿Es realmente el humo en terrazas al aire libre un problema tan grave como para justificar este cambio? El debate está abierto.