Legal, fiscalizado y sin humo… pero quieren limitarlo a lo imposible. ¿Qué hay detrás de la propuesta sobre las bolsas de nicotina?
Mientras otros países avanzan en la reducción del tabaquismo, España parece dispuesta a poner trabas a una alternativa real al cigarrillo.
La nueva propuesta de Sanidad podría dejar fuera de juego a las bolsas de nicotina… antes siquiera de que despeguen.
Equipararlas al tabaco oral es confundir al consumidor
Las bolsas de nicotina no contienen tabaco, no generan combustión, ni emiten humo. Son productos pensados exclusivamente para adultos que buscan reducir riesgos.
Sin embargo, desde algunos sectores se las está comparando con el snus o el tabaco oral, lo que genera confusión y alarma injustificada.
Una medida técnica que suena a trampa
El nuevo Real Decreto plantea limitar a 0,99 mg la cantidad de nicotina por bolsa.
Una cifra tan baja que, en la práctica, convierte estos productos en inútiles.
En países donde están regulados, el contenido parte de 5 mg por unidad, una dosis eficaz para los consumidores adultos.
Productos legales, fiscalizados… pero bloqueados
Desde el 1 de abril, las bolsas de nicotina están gravadas con un impuesto de 120 €/kg.
Son productos legales, ya fiscalizados, y con circuitos de venta controlados.
Entonces, ¿qué sentido tiene regular para que no sirvan?
La respuesta, según la asociación GINN, es clara: estamos ante una prohibición encubierta.
El ejemplo sueco que España ignora
Suecia ha logrado lo que muchos países ansían: ser el primero en declararse “libre de humo”.
¿El secreto? No fue una prohibición total, sino el impulso de alternativas como el snus y las bolsas de nicotina.
Allí no se demoniza lo nuevo; se regula con sentido común.
¿Vamos a repetir errores del pasado?
Cada vez que se ha prohibido sin alternativas, el mercado ilegal ha crecido.
Productos sin control, sin garantías y con riesgos reales para el consumidor.
España ya ha vivido esto con otros artículos. ¿Vamos a caer otra vez en la misma trampa?
GINN pide ciencia, no miedo
Desde la asociación europea de fabricantes lo tienen claro: la regulación debe basarse en datos reales, no en titulares alarmistas.
Ni prohibir sin fundamento, ni dejar la puerta abierta al descontrol.
Solo una normativa equilibrada garantizará un futuro con menos humo… y más opciones.
Conclusión: Las bolsas de nicotina no son el enemigo.
El verdadero peligro es cerrar la puerta a todo lo que no sea cigarrillo.
Y lo peor: hacerlo sin decirlo abiertamente.