Lo saben todo de ti: cómo te llamas, a qué hora llegas y te vas, qué días llega la saca, cuándo te vas de vacaciones —y dónde—, a qué hora sales a comer, o a desayunar, o vas al gimnasio… ¿Os parece exagerado? Pues eso no es nada.
Conocen a la perfección los nombres de todos los empleados del estanco, de la encargada, de las personas que atienden, tienen grabaciones con tu voz, saben que hay un armario escondido por ahí dónde guardas las llaves, un cajón con albaranes, un extintor en un cuarto trasero, la marca de tu ordenador…, e incluso que Juan es tu comercial preferido o que cuando se estropea algún dispositivo llamas a María, que lo soluciona todo.
Pero, ¿cómo es eso posible? ¿Cómo puede alguien saber de qué hablas a puerta cerrada, o cuando conduces, o la disposición interior del estanco, u otra información confidencial? La respuesta es contundente: nos encontramos ante delincuentes profesionales, altamente cualificados, cuya especialización es una nueva modalidad de fraude muy en boga que reporta grandes éxitos: el phishing telefónico o llamada fraudulenta, combinado con otras formas de estafa.
El timo consiste en suplantar la identidad de empresas o personas de confianza y solicitar una transacción económica bajo la amable advertencia de quedarnos sin servicio o perder una importante suma. Para conseguir que una persona entregue dinero de forma urgente se requiere un muy buen trabajo de campo previo y mucha observación… Nos han estado investigando.
Hay que advertir a los empleados
La modalidad que más se está dando es la suplantación de empresas de mensajería, de productos o servicios informáticos, u otros de habituales del estanco, como la saca. La supuesta empresa (DHL, Logista, quien sea) llama que debe entregar un pedido realizado de forma urgente por el titular del estanco, previo abono de 2.000 €, 3.000 €, o 10.000 € (el importe varía). Siempre lo hace cuando el titular está ausente.
La suplantación es doble. Mientras hablan con los empleados para sonsacarles información o instarles a la acción, pretenden estar con el titular. Incluso puede que tengan una grabación de su voz para añadir veracidad, o que den detalles que solo alguien muy próximo al estanco puede conocer. Los empleados, presionados y confusos —y más cuanto están atendiendo al público al mismo tiempo—, pican con facilidad. Con más facilidad de la que podáis imaginar.
Ante la duda, desconfiad. Y, sobre todo, advertid a vuestros trabajadores. A todos. Porque, además, ¡esto no lo cubre ningún seguro!