Sí amigos, por mucho que cueste creer, esos son los datos recogidos sobre vuestras respuestas de la pasada encuesta donde os preguntábamos sobre si venderíais vuestro estanco con un total de 1.858 votos.
La respuesta más elegida con un 44% de los votos ha sido Sí, si me hicieran una buena oferta que sumados a la elección de Si, mañana mismo con un 19%, nos da la friolera cifra de que un 63% estaría dispuesto a vender su estanco.
Para un 21% la respuesta No, no lo quiero vender, el estanco es mi vida, ha sido su elección y en la última posición, y con tan solo un escaso 16%: No, yo creo en el futuro del estanco. La suma de estas dos últimas opciones, las que muestran su negativa a la venta de su estanco alcanza un 37%.
Estas cifras hablan por sí solas y nos invitan a una reflexión seria compartida: cada día crece el número de estanqueros que, si pudiera, dejaría de serlo. Más de la mitad. Los que se irían mañana mismo son uno de cada cinco.
Las respuestas reflejan la inquietud y el desasosiego de una gran parte del sector. Asistimos a una lenta y progresiva reconversión del sector. El modelo de negocio del estanco se está transformando. Y aunque muchos, afortunados, no lo noten, aún, el cambio está acelerando. El modelo de negocio que se montó el siglo pasado, en 1998, ya no funciona para más de la mitad de los encuestados. Las razones son muchas: gran parte del segundo canal agoniza, las ventas de tabaco retroceden, los nuevos productos fetiche (CBD y derivados) no acaban de llegar a nuestras estanterías, las nuevas prohibiciones sanitarias que se avecinan, cada día más obligaciones con la administración…
Quizás estas estas y muchas otras razones hacen pensar al colectivo que es el momento de vender, que esto se ve mal y que todavía se va a poner peor. Y no vamos a negarlo, razones no les faltan. Pero las cosas no mueren, se transforman. El estanco sigue siendo un buen negocio, basta con mirar alrededor… a todos los demás. Lo que sucede es que ya no funciona como en el siglo pasado, y cambiar es difícil. Siempre lo ha sido.
[ads1]Quizá para muchos la única solución sea vender antes de afrontar una reconversión como la que estamos asistiendo. Porque si hemos de cambiar de ubicación o transformar el estanco en otra cosa, vamos a necesitar energías, ilusión y sobre todo dinero para hacerlo. Y no todo el mundo lo tiene todo. Vender es en estos casos una decisión racional. No sólo fruto del desanimo o de un apretón temporal, si no una lectura correcta de las nuevas exigencias del mercado y de nuestra capacidad para asumirlas. Y en este caso, está claro que más vale saltar del tren antes de que se estrelle.
Nos dicen y repiten que el mercado demanda que nos convirtamos en una especie de tienda de conveniencia, para aprovechar todas esas visitas que recurrentemente acuden a nuestro establecimiento. Para aumentar los márgenes medios. Para complementar al tabaco cuando este no alcanza a darnos la rentabilidad necesaria. Pero esto no es fácil, para nada, ni barato. Habrá que inyectar recursos y sobre todo, tener ganas e ilusión para seguir tirando del carro.
A Dios gracias que parece que a un 40% de los estancos, siguen satisfechos. Sera porque la reconversión ya la han hecho o porque, aún, no les ha llegado la crisis. Esperemos que por mucho tiempo.