Los juzgados llevan subastadas unas cuantas “concesiones de expendeduría de tabacos”.
Lo que empezó como algo excepcional se ha convertido en regla. Logista, los bancos, la Agencia Tributaria, los trabajadores impagados, la Seguridad Social, todos se han apuntado al baile de embargar la concesión y subastarla. Llevamos 4 estancos subastados en Madrid, otros tantos en Barcelona, y en Valladolid, en Guetxo, en Burgos, en Granada, en Punta Umbria, en Bilbao y en Vilanova.. creo que no nos dejamos ninguno. Todas las subastas públicas y publicadas en el portal de subastas electrónicas que es como se hacen hoy día https://subastas.boe.es
¿Los resultados de este invento? Más bien catastroficos. Salvo excepciones, los estancos se valoran en base a lo que vendían cuando empezó el procedimiento judicial y ya sabemos que la justicia en España es más lenta que el caballo del malo. El resultado es que cuando llega el momento de la subasta ese estanco lleva normalmente un tiempo cerrado y no vale la mitad de la mitad de la mitad. Es decir, que normalmente, cuando se llega a la subasta lo que queda es pura y simplemente la licencia.
Otro problema es que en la mayoria de los casos tampoco existe información sobre el estado de la licencia. Si existen otros embargos previos o si hay sanciones o canones que nos tendríamos que comer en caso de quedar adjudicatarios. La incertidumbre ahuyenta a la gente. Nada es más miedoso que el dinero.
Así pues, la subasta es una muy mala solución. El deudor no cobra lo que esperaba y el estanquero se queda sin estanco y quizás con parte de la deuda porque el precio alcanzado sea insuficiente para cubrirla. Vaya, lo peor de lo peor.
De sentido común, que ya se sabe que es el menos común, sería mirar de vender (cualquier precio será mejor) antes de caer en la subasta pero, aunque parezca mentira, la mayoria no nos damos cuenta de que estamos cayendo hasta que chocamos contra el suelo.