Está proliferando las ya conocidas estafas telefónicas a estancos en la que suplantan a empresas de confianza mientras simulan hablar con el titular de la expendeduría. Poseen muchos datos privados sobre el negocio, añadiendo de ese modo credibilidad al engaño, y las víctimas suelen ser los empleados.
Los propios afectados están dando la voz de alarma, mayormente en las islas Baleares, donde hay estancos que han perdido hasta 6.500 euros. Pero también se está dando en Cataluña, donde los Mossos de Esquadra han lanzado reiteradas advertencias, y en otros destinos con mucha actividad turística estival.
No es nada nuevo, hemos hablado de estas estafas telefónicas con anterioridad, pero su modus operandi —cada vez más perfeccionado— les sigue funcionando, y muy bien. Primero estudian el negocio, los empleados, los titulares… Van recopilando información y datos, y cuando tienen los suficientes, efectúan la llamada.
Doble suplantación
»» SUPLANTAN A UNA EMPRESA. El delincuente llama al estanco —siempre cuando el titular no está— pretendiendo ser de una empresa habitual y de nuestra confianza, como Logista, DHL, o cualquiera otra. Nos deben entregar un pedido urgente realizado por el titular, o nos informan de un impago que hay que solventar de inmediato, siempre so pena de dejarnos sin algo.
»» SUPLANTAN AL TITULAR DEL ESTANCO. Dicen haber hablado con el o la titular, y a veces simulan que está ahí con ellos. Puede, incluso, que tengan grabaciones con su voz.
Todo es con prisas y por métodos poco convencionales
»» EL PAGO siempre es urgente y debe hacerse de inmediato.
»» EL SISTEMA DE PAGO no es convencional en una relación comercial: Google Pay, tarjetas de pago digital, Payesafecard…
»» PIDEN CONTRASEÑAS, PIN, DATOS CONFIDENCIALES, números recibidos por SMS… ¡No hay que darlos jamás por teléfono, ni a un amigo!
Para evitar este timo es crucial avisar a los empleados sobre su existencia
Es de máxima importancia que el titular informe a los empleados del estanco sobre estas estafas telefónicas, puesto que es a ellos a quien se dirigirán los delincuentes, las víctimas ‘reales’. Advertirlos bien y, ante la duda, desconfiar. Porque, recordemos, esto no lo cubre ningún seguro.