Esta es la opción que ha arrasado en nuestra encuesta de la pasada semana, en la que preguntábamos:
¿Qué te ha parecido la nueva subasta de estancos?
Con casi un 75 % de los votos [945 sobre un total de 1.274], vuestra elección preferida ha sido que «se nota que van solo por la pasta» —vaya, que el sector lo tiene más que claro— y ya a muchísima distancia, un 12 % reconoce que, ciertamente, «con los estancos de frontera se les ha ido la mano». También hay quien ve la parte más positiva, y un 7 % de los votos lo estima «Bien, consolida el sistema de licencia personal», y el 6,5 % restante, con una visión más analítica y objetiva, encuentra que «Las ubicaciones son lógicas».
No hay que darle muchas vueltas ni hacer muchos análisis: las subastas se formulan para integrar nuevos estancos a un mercado maduro ya abastecido y conocido para sacar dinero a cambio de vender nuevas licencias. Para ello, solo se han tenido en cuenta las zonas y poblaciones donde la ratio de facturación por estanco es alta y donde aún es posible hacer hueco a nuevas concesiones que sean, en consecuencia, vendibles. Quedan a cargo del nuevo concesionario el local, los servicios, los empleados, montar el estanco, y zafarse con los estanqueros de la población, que seguro que le estarán esperando con los brazos abiertos…, por la facturación y los clientes.
Eso sí, se han olvidado de todos aquellos cuya rentabilidad es mala. Podrían haberles ofrecido un cambio de ubicación a esos lugares con ventas más dignas ¿no? ¿O acaso no hay estancos muy por debajo de la rentabilidad media de una zona? ¿O localidades que, por motivos de despoblación, están en un proceso inverso? ¿O es que esos números no les interesan porque no dan dinero?
El abastecimiento es tan solo una excusa. Si no, tomemos como ejemplo los estancos de frontera. Resulta que, como hay una diferencia importante en el precio del tabaco con el país vecino y es un lugar fronterizo de paso para turistas, camioneros…, ¡pues nada!, hacemos la división y nos caben no sé cuántos. Y de los buenos, de los que valen pasta. Estancos cada 25 metros ¡qué gran idea! Tan solo una pregunta: ¿Qué garantía tiene un estanquero de nueva concesión para pagar el gusto y las ganas por un estanco de frontera que va a perpetuar la diferencia de cargas impositivas entre el país vecino y el nuestro? ¿Y si se reducen las diferencias fiscales? ¿Y si la UE decide armonizar los impuestos especiales del tabaco en todos los países miembros? ¿No será, acaso, que el abastecimiento está pensado para el país vecino?
Lo dicho, solo por la pasta.