El follón que se montó cuando el comisionado «descubrió» que las marcas pagaban a los propietarios de las maquinas la «información de ventas», aunque después quedó para la mayoría en nada (o en los doce mil que son la tarifa plana del organismo). Las multas de 120.000 euros que alertaron al sector no se concretaron, pero las consecuencias reales de esa intervención empiezan a hacerse evidentes. El negocio del segundo canal sólo sigue funcionando por la inercia. Aquellos que ya tenemos las maquinas compradas las vamos amortizando, reparando, parcheando… como mucho, compramos otra de segunda mano o buscamos un alquiler. El parque de máquinas envejece. Los primeros y más directamente perjudicados son los fabricantes. Una industria nacional que ha perdido de golpe una parte de su actividad. Así es este sector, un día te levantas y de manera directa o indirecta el regulador se ha cargado todo o parte de tu negocio directa o indirectamente. Las tiendas de tabaco en las grandes superficies o las zonas de fumadores recién estrenadas en los bares. Pero al final los fabricantes tienen otros sectores, hay otros vendings, y hay otros mercados. Pero nosotros nos quedamos en España y en el sector del tabaco. ¿Y ahora quién compra una maquina nueva? ¿Quién es el guapo? Está claro que en los actuales niveles de venta un PVR mediano no recupera esa inversión a golpe de cinco céntimos.
Pensemos unos números para el PVR que compra una maquina media: si añadimos a la amortización en cinco años el permiso, pongamos que se lo pague, y un pequeño consumo eléctrico, y la financiación, el PVR solo empezaría a ganar alguna cosilla a partir de unos 5.000 paquetes vendidos anuales. Es decir, que un PVR que nos gasta (compra) 500 euros a la semana, solo conseguiría pagar la maquina en cinco años. Muchos bares no duran tanto. Si nos gasta 1500, solo trabajará para el demonio durante 20 meses. El tema es inviable. Solo las tiendas de conveniencia y algún bar excepcional pueden permitirse una inversión a largo, por estabilidad y volumen de ventas.
O sea, que nos toca a nosotros!!! con nuestro esplendido 8.5 de margen. Menos mal que la mayoría no echamos cuentas y nos encomendamos a la suerte o el buen Dios, porque los números son horripilantes. Cojamos un caso básico: ponemos una maquina mediana para hacer gestión delegada y así asegurarnos el PVR. La amortización de la maquina (al legal de cinco años), la carga inicial, dos horas y media de trabajo mensual (media hora semanal) y la financiación por renting o leasing suponen un coste anual de 1.200 euros de media. Unos 100 al mes, es decir, que si les ponemos la maquina a un PVR que gasta menos de 15.000 euros al año perdemos dinero seguro. Dicho de otro modo, si nos comprara 30.000 euros le ganaríamos poco más del 4%. Y eso si tenemos la suerte que nos dure los cinco años, que si no estamos muertos.
El envejecimiento del parque de máquinas debido a la inviabilidad económica generada en relación a la mayoría de los afectados nos obliga a pensar en nuevas estrategias para el futuro.
Desde ya hace mucho tiempo, un colectivo cada vez mayor de estanqueros se inclina por la desaparición del segundo canal. Esta opción, no obstante, tampoco está exenta de problemas. Debería abordarse el problema de un posible desabastecimiento y asegurarse que ello no comporte la aparición de nuevas licencias (inviables) o un incremento de la venta ilegal en los horarios en que normalmente estamos cerrados. La única solución parecería la de Italia, donde los estancos tienen máquinas en sus establecimientos dando a la calle para suministrar al fumador cuando están cerrados.
La otra solución que parece se producirá si no se pone remedio, es la desaparición progresiva de los PVR de menos venta. Lo que no es viable, no es viable. Cuando la vieja máquina nos abandone definitivamente, ¿quién va a substituirla cuando no compense ni el alquiler? El mercado de PVR parece abocado a una restructuración en los próximos años a menos que el regulador encuentre una medida para volver a inyectar liquidez al sector de las máquinas de vending.